martes, 14 de junio de 2011

+.* Manual de trece meses *.+

Anteriormente dije que la curiosidad es importante para el desarrollo del niño. Algunos padres no entienden esto y dicen: "si por curiosear rompen el florero, hay que castigarle, para que aprenda que eso no se puede hacer".
Y le castigan también cuando hurga dentro de un bolso para ver qué hay, o si coge cualquier cosa sin permiso. Tantas veces le retan, le pegan o le gritan ¡NO! que el niño empieza a sentir miedo. Y aunque sienta curiosidad por conocer algo, no se acerca por miedo a que le castiguen.

Esta es una de las maneras en que los padres, sin quererlo, impiden el desarrollo de la inteligencia de sus hijos. En vez de estimular su curiosidad por aprender, se oponen a ella.

El castigo hace que el niño coja miedo a las cosas, y también a las personas que le castigan. Sentirá que si le pegan o le gritan es porque no le quieren. El niño tampoco podrá sentir cariño por una persona que le castiga frecuentemente. Una de las cosas más graves que puede sucederle a un niño es sentir que sus padres no le quieren, o que él no puede quererlos.

El castigo no es la mejor manera de educar a un niño. Es importante saber que aprende más con premios que con castigos. A los adultos nos pasa lo mismo. Por ejemplo, si eres puntual en el trabajo y por eso te dan un premio (te suben el sueldo), tratarás de seguir siendo puntual. Si preparas un guiso y todo el mundo te dice lo bueno que está, vas a tratar de que todos los guisos salgan bien.
Los niños, al igual que los adultos, tratan de repetir las actividades por las cuales reciben premios: dinero, elogios, atención, cariño...
Si un niño hace algo y mamá le premia (le hace mimos o le da un beso), tratará de volver a hacerlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario